30.9.10

3 días de vida nocturna

(Jueves 23)
Estoy en la terraza del ático con buhardilla de Marco. Nunca hubiera imaginado que la noche acabase de esta manera: comiendo pasta en casa de un italiano. Pero aquí estamos los seis apurando este desayuno improvisado mientras la luna llena se mantiene en un cielo cada vez más despierto. Se me había olvidado lo bien que sienta amanecer en Barcelona. El mar está a cuatro calles y se nota. Estamos rodeados de gaviotas y me gusta. Son el sonido de este recuerdo. Mantienen su vuelo alejado. El miedo que me dan se lo agradece, tanto su presencia como su prudencial distancia. Intento resumir la noche que ya ha transcurrido. Tan sólo me salen un par de palabras: inaudita y necesaria.
El reencuentro ha sido fabuloso, como si nunca nos hubiéramos alejado. Mi presente y mi pasado no han podido encontrarse hoy. La culpa la ha tenido el tequila y unas bravas mal picoteadas. Otra noche será. Hemos exprimido la Rambla del Raval al máximo. Al llegar a Plaça Reial, Standstill no sonaba, tan sólo quedaba un mar de latas por recoger y una cola inmensa en Sidecar. Apolo se ha convertido en nuestro destino improvisado. Que fauna la de aquel lugar.
La noche ya se ha hecho día.
(Viernes 24)                                                                       
No puedo dejar de fijarme en las volutas del marco de la ventana que separa las estancias. Impolutas y doradas. Miro a mi alrededor y mis ojos se encuentran con los suyos. Hay caras conocidas pero todos me parecen fantasmas. Figurantes en un piso sobre el Pipa Club en Plaça Reial. Por las ventanas entran los Morning Benders. Vuelvo mentalmente a una bulliciosa Plaça del Rei y tarareo Tulsa.
Vienen tiradas por la curiosidad y un diseñador de moda. Dicen hola a los presentes, están un rato y se van. Hoy tampoco podrá ser. Las tripas nos crujen. Es hora de abandonar. La discusión nos hace atravesar Plaça Sant Jaume a ritmo de rumba, para acabar matando el hambre con unas cocas en el Carrer dels Comtes. A la vuelta, de nuevo marea de latas. Estalla a llover. Todo el mundo se arremolina en los porches y nosotros, con ellos, también. A la deriva, rodeados de gente que cree conocernos y no nos conoce, cerramos El Iceberg. Busco, a falta de Marco, quién nos dé de recenar. Nada nos llama poderosamente la atención. Todo, menos una habitación de estudiante del Carrer Aribau, está cerrado.
(Sábado 25)                                                                      
Estoy esquivando a la gente, buscando un hueco. Sigo el rastro de Marco, Martí y Javi. La Fàbrica Damm un año más está abarrotá. Nos situamos tan dentro como para medio distinguir las luces del escenario y lo suficientemente cerca de la cerveza y los poly-klyn. La armonía completa de la carga y descarga, en cuanto a conciertos multitudinarios callejeros se trata. Soy incapaz de ver, ni tan sólo la silueta, de alguno de los componentes de Belle and Sebastian. Por fin, todas juntas a falta de Xispi y Lauri. Marco parece otro. Sus patillas se han convertido en barba y su polo con el cuello subido (“Si no lo llevas así, ¡en Roma no eres nadie!”) en camisa y americana. En un par de semanas se doctora. Caballeroso y buena gente. Le miro a los ojos, veo su intención.  Pretende liarnos pero esta noche lo esquivaremos. Tantos días de fiesta me están destrozando las rodillas y el hígado. Mañana no seremos nadie de nuevo. Adoro la Mercè.

23.9.10

Merçè 2010

“Hi ha qui diu que les millors pel·lícules són aquelles en les quals el director s'ha fet invisible. Una cosa així passa amb la imatge de la Mercè d'aquest any, en què el dissenyador Claret Serrahima i el seu estudi, Cla-se, han cedit el protagonisme a la mateixa ciutat o, més ben dit, als ciutadans que l'habiten” Página 4 del programa de fiestas de la Merçè 2010

Me parece que lo que ha habido este año son pocas ganas de trabajar. Me veo a todos los que organizan el cotarro de la Merçè por un agujerito: “Es lo que se ha podido hacer por tan poco dinero. La crisis”. ¡Ai! ¡La dichosa crisis! Se ha convertido en la escusa ideal, la escusa para todo. No dudo de la valía de Claret Serrahima y su estudio Cla-se, pero han tenido trabajos mejores. Solo hay que alcahuetear por su web. Pero este trabajillo en concreto ¡ejem!. Ahora desde mi humilde opinión, con un tono un tanto profesor destroller de la Etsab digo: la portada es rancia, ¡pero rancia!. La idea es magnífica pero tal como está plasmada ha quedado un tanto hueca. El programa es un desorden, un total caos. Aquí no sé si mirar al diseñador gráfico a los organizadores. Pero esta opinión me consta que la comparte mucha gente. Cada año debería servir para que la experiencia del anterior ayudara a mejorar y hay años que parece todo lo contrario. Tipográficamente, sin ser las mismas fuentes, creo que han intentado repetir el triunfo de uno de sus últimos laureados trabajos, pero, a mi parecer, sin éxito. Es como si esto de la Merçè fuese una de las probatinas descartadas para Arts Santa Monica. ¿Ando en lo cierto Sr.Claret?. (Pensamiento interno: “Seguro que si luego tuviese al Sr.Claret a la cara me acojonaría viva y no sería capaz de preguntárselo. Mataría por trabajar con ese hombre. Eso no quita el ser crítica, se entiende ¿no?. Al fin y al cabo no soy más que una profana en la materia a la que le gusta jugar con la letras, las formas y los colores”)
Dejo como punto final la última frase de esa dichosa página 4: “ I quan el veieu, recordeu-ho: no és l’autor del cartell de la Mercè. O potser sí?”.

22.9.10









 ¡¡¡Aaaaa!!! Estoy emocionada. ¡Llegaron!. Directamente desde West Madison Street ¡Chicago! 
Que alegrón el día que Berbe subió a casa con el aviso de Correos y que alegrón hoy cuando ya tenía el paquete en mis manos. 
En el ferrocarril, me lo miraba y remiraba. Qué ganas de abrirlo. Qué ganas de tocarlas. Qué ganas de probármelas. 
Pero me he contenido. No era plan, había demasiada gente somnolienta a esas horas y mi emoción seguro que los sacaba de su trance matutino. Me han dado pena y les he dejado dormir un poco más. Pero al llegar a casa, ni la chaqueta me he quitado.
 Threadlees me tiene enamorada. 
Culpo, agradecidamente, a María Picassó por ello. 
Con este envío ya son seis las camisetas que tengo. Y Berbe, cinco. Entre pitos y flautas, cambios de divisas y hostias varias nos han salido a 9 euros cada una, ¡incluyendo gastos de envío!. Nada mal ¿verdad?. En sucesivas entradas os iré hablando de cada una de ellas y sus diseñadores de manera más calmada. 
Son tiradas cortas de diseños exclusivos. Como se puede apreciar, ¡me tienen loca!. Por el momento, en esta mi entrada Nº100 (¡si! ¡100, ya!), ¿qué os parecen nuestras nuevas adquisiciones?.

21.9.10

20.9.10

Ya ves

He perdido mi imagen • en las solapadas tardes del otoño • en los virginales amaneceres de las primaveras • y me queda tan solo • el silencio de mi rostro perdido en los inviernos • Como en el silencio • las imágenes quedan para siempre en el lugar que mueren las palabras • [Último poema / Labordeta]
Dijo de sí mismo que era “un animal tímidamente triste”. El resto pensamos que era un hombre infinitamente libre, infinitamente íntegro, infinito. Hombre directo que agitó conciencias. Fue muchas cosas, sin buscarlo, sin quererlo. Y nunca renegó de todo ello. La poesía, la palabra, fue su arma. Escribía, cantaba de vez en cuando y nunca calló. “El abuelo” también fue a Madrid. Nos representó con voz llana y clara. Defendió los intereses de un Aragón olvidado, habló como lo hacemos todos y no tembló su voz tras ser herido con sorna y estupidez suprema. Igual que Joaquín Costa “no legisló”, reclamó su “¡A la mierda!” como su epitafio en vida. Conocido y querido. No se avergonzó de sus raíces. Especie en extinción. “Esta tierra nuestra, es una tierra con fama de portarse mal con sus hijos. La verdad, conmigo se ha portado muy bien”. ¿Y cómo iba a ser si no?. Y es que “se quedan los guapos y se marchan los buenos”. 


Si Dios pregunta por ti, tranquilo sabemos qué decirle. Que no has nacido.



Ya ves • que vamos avanzando • cumpliendo este camino • no lo sé • ya ves • Ya ves • que vamos recordando • creciendo hacia el ocaso • no lo sé • ya ves • Ya ves • qué pálidas palabras • se pierden en la noche • sin hallar solución • Ya ves • que hemos ido surgiendo • de inciertas duras voces • de desesperación • Recuérdame • como un árbol batido • como un pájaro herido • como un hombre sin más • Recuérdame • como un verano ido • como un loco cansino • como un hombre sin más • Ya ves • que fuimos agrietando • los muros mantenidos • no lo sé • ya ves • Ya ves • que estamos añorando • unos niños perdidos • no lo sé • ya ves • Ya ves • que voces diferentes • se cruzan en el alba • buscando la verdad • Ya ves • que fuimos puente herido • de brazos detenidos • por ver la libertad • [Ya ves / Labordeta]

16.9.10

15.9.10

Automatización de un laboratorio químico

Este verano entre otras cosas he conocido a mi “cuñaaaaaaá”. Por no avergonzar al Tato, no le hice la correspondiente imitación a lo Risitas. Me moría por hacerla pero me contuve. Aunque él sí lo hizo en su día. Por aquel entonces, era un pre-adolescente de doce años que iba imitando a Benito y Manolo todo el santo día. Así que me ahorré el bochorno y omití contagiarme de sus bromas infantiles. Me mordí muchísimo la lengua. Y mi padre también. Aunque a él se le escaparon muchas más frases míticas del “fenóooomenooo” (entonación Chiquito de la Calzada) de mi hermano. Tan sólo conté “la del Ringo”. Pero me dejé en el tintero joyicas como “la de la Reina de los Ausentes”, “el me parece correcto” o alguno de sus momentos etílicos más memorables. Que más nos valdría a todos que se nos olvidaran, pero bueno… Se le veía tan serio y formal que daba pena estropearlo.
La Cuñá es maja y se les ve muy pilladetes a los dos. ¡Ooooo! Exclamemos todos juntos: “¡Qué bonito!”. Y lo más importante, mi madre parece contenta. Sí, esa mujer que ponía el grito en el cielo cada vez que mi hermano decía que tenía alguna historia. “¡Tú lo que tienes que hacer es estudiar!”. ¡Ai! ¡Su niño!. Esos días no paré mucho por casa (tocaba casa de los suegros) pero sé de buena tinta (esa tinta de tan buena calidad, es mi padre) que la mujer andaba nerviosa por dar buena imagen y no quedar como la madre histérica que a veces es. Porque ella no se corta si ha de pegar un grito, haya quien haya (¿Verdad, Javito?. Tú con los años que llevas conmigo, de estas te has tenido que comer muchas) o de decir que no vengas muy cocido (¿Verdad, Ladies?). El Tato no es que sea un borracho ni un delincuente. Es un chico normal de su edad, pero con una madre muy controladora. La cual, con un acento muy dramático, se convence de que su hijo se le va de las manos y que, tal vez, tenga que llamar al programa de Hermano Mayor de Cuatro para que resuelvan nuestros conflictos familiares. ¡Pobre hermano mío! ¡Una fama injustificada!. Además, ella, que no perdona salir de cervezas ni un fin de semana. Le va la marcha igual que a su hijo pero se refugia bajo la frase “cuando seas padre comerás huevos” y se queda tan ancha. Pero con la llegada de la Cuñá, parece que Lan géles (denominación made in yayo Pepe a mi madre) se está dando cuenta de que su hijo ya no es tan pequeño, que se conoce que es una bellísima persona y que no está tan perdido como ella se pensaba. ¡Cómo me alegro de esto!.
Y por todo ello y mucho más, tenía ganas de encontrarme con la que está cambiando a mi hermano. Por contagio, espero que también un poco a mi madre. Hay según qué cosas que todavía me cuestan y es que… ¡Es verdad! ¡Últimamente está irreconocible! ¿Perdonar él un cachondeo nocturno? ¡Nunca! Pues ahora lo hace. ¿Levantarse antes de las 5 en plenas Fiestas de Septiembre? Pues sí, sí. ¡Pa verlo!. Aunque no esté ella presente. Qué es lo más extraño. Estas fiestas ¡ha hecho piedad!, cuando ni siquiera yo la he hecho. Dejemos mis jaranas para más adelante y dejadme exclamar, a los cuatro vientos, mi apoyo máximo a esta relación. Quiero a morir a mi hermano. Lo tengo lejos y no somos mucho de llamarnos, pero cuando nos necesitamos ahí que estamos. Un momento importante para él que yo casi me pierdo por motivos que no vienen al caso. Tenía que estar y estuve. Pero si hasta le hice un favor a la Cuñá sin conocerla. Una especie de concurso universitario promovido por un profe aprovechao que se quería ahorrar el diseño gráfico de su último trabajo. Una faena que nunca me será reconocida. Tanto si sale o no elegida ganadora mi propuesta para la portada, es una de esas obras a nombre de otro: el de mi Cuñá. No le puede decir que no al Tato cuando me llamó. Con él, soy débil. “Marta, a ver si le puedes hacer a Sandra (mi cabeza: ¿Sandra? Con que Sandra… ¿eh?) una portada que ponga Automatización de un Laboratorio Químico. Es para mañana”. Y me volví a dejar liar por mi hermano pequeño. Es lo que tiene ser la mayor.



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8.9.10

Me tomaron el pelo

Es una locura. Llamo. Un tono, dos tonos, tres tonos. Seguirán de vacaciones. Mejor dejarlo estar. Tal vez no sea buena idea. Contestan. ¡Hueco en una hora!. Ducha exprés y sprint. Estoy de camino, ya no hay vuelta atrás. Christiano agarra la melena con la izquierda y ¡zas!. (Léase con acento italiano) “¿Lo celebramos?”. Lluvia de pelo por toda la sala. Ahora sí que no hay vuelta atrás. Masaje de manos y brillo extra en el pelo. Salgo por la puerta como una reina. (Léase con acento Fraggle Rock) “¡Aaaa! ¿Qué te has hecho?”. Tal vez me he pasado pero… mola.
Así transcurrió ayer el día. Al despertar ni se me pasaba por la cabeza lo que más tarde sucedería. Un pronto. Fue todo cosa de un pronto. Con la escusa de que me crece mucho y rápido me entró valor y lo hice. Me corté la melena o me tomaron el pelo, como se prefiera. Lo reconozco, fue divertido.

6.9.10

Septiembre El Odioso

Huele a mal humor solo con leer el título. Esta disposición negativa e irritada, es una actitud muy particular de mi ser. Surge una vez al año. Su anualidad es abrumadora y, a pesar de mis esfuerzos, previsible. Demoledora y suele costarme el año. Un mes, el de Septiembre, que hunde en la oscuridad mi jovialidad veraniega. Es peor que cumplir años. Enero se cree el rey y piensa que domina nuestros propósitos e inquietudes. Pero se equivoca. Entre él y Diciembre sólo juegan a cambiar dígitos en el calendario. Septiembre en cambio cae con firmeza y empeño. Arruina el sol cálido del verano y trae consigo… ¿Cómo era Astromántica?. Trae consigo … ¿“el llanto de los árboles en otoñó”?.
Anoche sentí su peso al acostarme. Me apretó tanto que tuve que levantarme a llorar a la cocina. Beber un buen trago (de agua) y respirar todo lo hondo y profundo que pude. Casi me ahogo con mis mocos holandeses (porque de Amsterdam vine constipada, por si no lo sabéis). Esto de tener que pensar en la vida en general y en sucesos varios en particular me aturde. ¡Maldito sea este mes!. Desimanta mi brújula y me funde los circuitos. Se intuirá en esta frase que mi desorientación al día de hoy es total. Si, acabó Agosto. Todavía hace sol y tal vez pueda estirar sus efectos unos días, tal vez semanas pero… esto ha llegado a su fin. Se acabaron las vacaciones. Amsterdam allí se quedó, junto con Sitges y sus paellas, y Gracia y sus helados nocturnos. La piscina cada vez está más fría y sólo Begonia, la reina acuática de la urbanización, se atreve a surcar sus aguas con nocturnidad y alevosía. Dejaré de desayunar, comer y cenar en la mesa de la terraza y acabaré con mi voto de no internet. Tendré que poner otra vez mi alma a disposición del demonio proyectual y envasar mi corazón al vacío para preservarlo de los ataques punzantes de la escuela. Si, tal vez. Puede que esté afrontando la caída del verano como una derrota. Toda la culpa de Septiembre, que tiene la manía de venir a molestarme con sus monsergas todos los años. Que si coleccionables, que si nueva programación televisiva, que si pensamientos de futuro, que si la matrícula, que si el frío y la lluvia, que si mira tu vida… eres una mierdas… Me hunde, ¡este mes me hunde! ¿Es para odiarlo o no? Yo lo aborrezco y eso que las fiestas de mi pueblo caen por estas fechas.
Espero estar en próximas entradas más animosa y menos catastrofista. El verano ha pasado rápido pero precioso. Con luz y mimos. Han sucedido cantidad de cosas. Guardo montones de anécdotas, momentos, fotos y recuerdos. Curaré las heridas de Septiembre con altas dosis de recuerdos estivales. Tal vez, de esta manera esquive su furia y su mala baba.
¡Ai! ¡Que se me pasaba! Amore… gracias por sonarme los pocos anoche. Y por tus palabras… ¡grazie mille! Septiembre no podrá conmigo. Al enemigo se le escapa que duermo con la mejor guardia armada del mundo. No estoy sola, lucho en compañía. (Ahora mi espíritu está alzando el puño, a lo revuelta sindical)
Ante su tristeza, el príncipe de los silencios supo qué decir a tiempo… (¡ei! ¡Este sería un buen comienzo para un cuento!)