24.2.10

¿Me llevas?

No hago bien. Ni por ti, ni por mí. Ya ha salido el sol ya no hay escusas. Me he dado cuenta que estoy luchando contra lo que no debo. Me estoy equivocando. Me resisto a dejarme llevar. Aquí está el error. ¿Sabes por qué? Porque tú me llevas, me aúpas y yo tiro para abajo. Qué tonta ¿no?. Me desenredas más de lo que tú piensas, pero estoy tan nublada. El miedo se me ha de quietar. ¿Sabes por qué? Porque tú me llevas, me despiertas y me haces ver que hasta el peor de los días puede tener su encanto. Sin darme cuenta tú me llevas y, sólo por eso, me tengo que animar a salir a que me dé el aire, a mirar el cielo.

No me pueden fallar ahora las ganas de intentarlo. ¿Me llevas?

23.2.10

Ni me reconozco

Estaba decidida y animada. Estaba. De eso ya han pasado unos meses. Los destellos de las luces navideñas no sé que me hicieron pero funcionó. Me envalentoné, cogí las riendas y me dije: “Ahora o nunca”. Todo eran coincidencias, parecía que cada pieza encontraba su lugar. Parecía. Iba a intentarlo. Esta vez sí. Llegaría hasta el final. Por primera vez, no pensé en el resultado, sólo pensé en avanzar. Juro que lo pensé. No sé qué ha pasado. No sé cuando desapareció la magia. No lo sé. Por el momento, mi destino es más el nunca que el ahora.
Se me ha ido el fuelle, la decisión, el ánimo… En otro tiempo, hubiera reaccionado de forma distinta. Ahora ya ni lloro, ni grito, ni me enfado,…; ahora ya nada. No hago nada. No me muevo, no pienso, no respiro. Si lo hago ¡me duele tanto el pecho! ¡tanto!.

Cada vez quedan menos días. Muy pocos, la verdad. Demasiados pocos. Ahora solo resuena una palabra: “debería”. Aconseja pero no obliga. Ni me reconozco. Ya no sé quién soy. Antes hubiera utilizado el “tengo que”, que me obliga pero agrada y calma a los demás. Porque… sí, hay un “demás”. Uno que me pide por favor, otro que no me distraiga, otro que no me acojone, otro que remate, otro… otro… otro… Demasiados otros. Tal vez los culpo por ser muchos. Pero son tantos. ¿Por qué ninguno acepta mi bandera blanca? Se acabó la guerra. No más dolor. ¡No más!

Por mucho que grite, creo que de esta no me libro.