7.2.11

Conservas

Ojalá los buenos momentos se pudieran conservar en un bote de cristal con aceite. Tendría una despensa llena de ellos. Un armario que podría abrir y mirar, remirar y vuelta a mirar. Un archivo de recuerdos felices. Tesoros que iría sumergiendo en pequeños frascos a medida que pasara la vida. Instantes que no caerían en el olvido de la tristeza de los días oscuros. Aquellos que con sus nubes, con cierta rutina, ensombrecen las sonrisas de los instantes más buenos.
Sólo hago que quejarme de lo mala e injusta que es la vida siempre conmigo. ¡Qué fuerte es a veces el dolor, que aniquila el cosquilleo de un buen beso! Soy tonta. Vivo, pues qué más quiero.
Si me lo permites, amor, de este fin de semana, sumerjo la presión de tus dedos sobre la curva de mi espalda. Cuando tus manos, al tiempo, descendieron de los hombros a las caderas. Cuando la respiración se cortó. Cuando dejé de ver. Cuando dejé de oír. Cuando se anuló todo y sólo quedó el áspero de tus yemas.