Hace un año me compré un fabuloso vestido de color indescriptible entre el marrón y el gris. Color taupe. En público, esta palabra no ha salido de mi boca. Paso de las miradas extrañas. Me basta con saber, yo misma, que soy una friki de los colores. Dejando de lado los tecnicismos, este color es fabuloso. El vestido en sí es fabuloso. Sencillo, simple y elegante. Me lo compré para una boda y lleva más de 365 días colgado de una percha dentro del armario, esperando. No a que lo descuelgue, qué de vez en cuando lo hago. En secreto me gusta contemplarlo y prometerle que un día llegarán unos magníficos zapatos para pasearlo. Para aquella boda no encontré a su pareja de tacones, le engañé con otro. Uno abullonado y de color rojo vino. El próximo sábado vuelvo a tener una boda y sí, encontré a unos amantes perfectos para la ocasión. Unos Peep Toe en ante azul con plataforma. De tacón alto forrado en charol ¡color taupe! y de escote del mismo color. ¡Perfectos! ¡Qué emoción!. Igual que me inflé me desinflé. ¡No había de mi número! Me tomaron el teléfono. Me llamarían si reponían. Pasaron dos semanas sin saber nada. Me presenté de nuevo en la tienda y volví a dar la tabarra. Esta vez se hizo todo lo que se podía. Llamaron a todas las tiendas habidas y por haber. En Barcelona, agotado. En Zaragoza, agotado. En Lérida, agotado. En Logroño, agotado. Fin. Comencé a llorar por dentro. Volví a casa desanimada y agotada.
Ayer abrí el armario y le dije a mi vestido que lo había intentado, pero que no iba a poder ser. Me desnudé y delante del espejo me lo puse con delicadeza. Abrí el cajón, cogí unas medias y, con cuidado, las deslicé por mis piernas. Me quité el coletero y me solté la melena. Mirándome al espejo comencé a sentir pena. Se me tenía que ocurrir algo. Volví al armario y saqué una caja de zapatos de lo más profundo. La abrí y me coloqué mis Nemonic de cuña negros que tanto he amortizado. Quería huir del negro pero no va a poder ser. Me voy a tener que conformar. Bye, bye Peep Toe color taupe. Me he enamorado de vosotros y de qué manera, pero lo nuestro ha sido una relación idílica al más puro estilo de los años 40. Tal vez en otra vida. Ahora os tengo que olvidar. Tengo que buscar un broche negro tremendo y fiestero, para engrandecer al vestido y elevarlo a lo espléndido. Me perfumaré, me colgaré unos bonitos pendientes negros y lo luciré del brazo de mi chico guapo. Qué más quiero, si lo tengo todo.