5.3.10

Una visita inesperada

La cabeza a cien. Pensamientos incesantes. Palpitar. El pecho en lugar de darme aire estaba a punto de asfixiarme. No me quería ir para el centro de Barcelona sin escribir. Lo necesitaba. Lo había estado evitando desde el miércoles. Pero ¿cómo expresar la decepción?, ¿cómo expresar la derrota?, ¿cómo expresar… la vergüenza?. A punto de comenzar a escribir estaba cuando… sonó el timbre del telefonillo. Una visita inesperada, ¡una sorpresa!. "Pero vosotras, ¿qué hacéis aquí?”. Allí estaban ellas con sus sonrisas. “¡Dios! ¡Pero qué hacéis aquí!”. Hoy era nuestro día. Sí pero… ¡Qué emoción! Parece ser que era la única que no sabía el dónde ni el cuándo. Entonces comprendí que había estado engañada por completo durante todo el día. Nunca una omisión de la verdad supo tan dulce. Me había pegado un palizón limpiando, pensaba que venían unos amigos desde Francia, de pasada pero de improviso. Mi vida se había detenido delante del ordenador durante días. La casa estaba hecha un asco. ¡Qué cabreada estaba!, y que pronto se me pasó. Todo había sido una picardía de unas y de otro. Bendito engaño.

Allí estaban ellas cargadas de teína, glucosa y azúcar. Cargadas de ánimos y sonrisas. No preguntaron, no exigieron, no atosigaron. Sólo vinieron a pasar el rato. Tal vez me contuve demasiado. Tenía tantas ganas de llorar, tantas ganas de derrumbarme y allí estaban ellas. No estoy acostumbrada a estas cosas. Suelo ser yo siempre la de las sorpresas, la de los detalles. Me sentí tan inmerecida de todo ello. Me dieron tanto en tan poco. Me demostraron tanto en tan poco. Después de tantas decepciones, algo tan agradable emborracha. La resaca todavía me dura. Qué ciega estoy a veces, lo doloroso me oprime tanto que me pierde. El martes no fue un buen día pero ¿y qué?. Ayer fue uno de los mejores días de mi vida, de esa vida que me da y me quita, de esa vida que no me deja vivir pero que ayer me regaló uno de los mejores detalles que podría haber tenido conmigo. Me las regaló; sí, a ellas, me las regaló. Vosotras fuisteis mi regalo.

La cabeza a mil mariposas por segundo. Pensamientos turquesas. Palpita mi corazón. Creo que es brisa lo que respiro… Un ataque de aroma demasiado súbito. Qué fragancia esta, la de la amistad. La de vuestra amistad. Intento recordar algo parecido, algo se acerque pero nada coincide. Fresca, como la lima y el limón. Envolvente como la canela y la menta o los abedules o el alcanfor. Pero no como el agua de lluvia o el viento helado… es a la vez cálida, pero no cómo el perfume del jazmín o el narciso, la rosa o el lirio. Unidad sutil y débil, sólida y densa al mismo tiempo, como el azul cielo tornasolado. Como la leche dulce en la que se deshace la galleta. Aroma incompresible, indescriptible, imposible de clasificar. No obstante, ahí está. No obstante, ahí estáis.

4 comentarios:

  1. No será que te mereces esto sin más? Preciosas palabras...

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  2. Que tú sonrieras durante un rato fue nuestro regalo... Te mereces estas cosas y mucho más! Yo también digo: preciosas palabras!

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  3. He tenido que dejar mi comentario, para cuando llegara a casa. Me he puesto a leer en el trabajo, y a cada línea que avanzaba, se me iba poniendo una cosilla en la garganta, yo que soy una semintaloide, a puntito de dejar caer la lagrimilla!...Porque, simplemente el ver que durante un rato olvidaste todo, merece la pena,...y ya sabes, cuando lo necesites, da un silbidito, y alli estaremos!!!

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  4. Gracias por ser como sois!!! Me alegra tanto tener cerca personas como vosotras... porque a las personas nos hacen grande los que nos rodean... teniendos cerca voy a ser ENORME!!! XD

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